“Mi Querido Salvador
Te haces muy recomendable para mi con decirme en tus cartas, que solo
quieres y exiges de mi formalidad y buen fé; y ya que por mi parte me interesa mas
en ella quisiera que tu Padre hablara con el mío, para que nuestras relaciones
estando autorizadas con su reciproco consentimiento y aprobación sean del todo
legitimas y de corazón; espero que a si se haga, y sera una prueba nada
equivoca del interés que se toma por nuestra común suerte.
A Dios. Tu querida Dolores Alonso”.
“Alhabia 24 de Marzo de 1835
Encantadora de mis sentidos, dulce y cariñosa Dolorcitas recibi la V. la que me llena mi corazon
de sumo placer y enterada de ella digo lo siguiente.
Ydolo mio cuandichoso y feliz ya me contemplo a el considerarme tan
favorecido, no lo atribuire a mi merito ni tampoco a mi atractivo corazon, os
juro estar siempre agradecido y un bivo retrato de Vos misma en el yebar
exculpido.
De lo tocante a lo que me decis que nuestras entrevistas fueron como el
que mira a los rayos del sol le digo a V. como en los Pueblos son tan nobeleros
y amigos de saber, yo que por ebitar no e querido ir a menudo y la mayor parte
porque no e podido, pero para mi fue lo suficiente para que buestra imagen se
grabase en mi corazon y nunca poderle orbitar por ningun motibo.
Recibe el corazon de vuestro a fino amante.
Salvador de Yebra”.
“Alhabia 1 de Abril de 1835
Mi querida Dolorcitas
Si yo hubiera de hablarte de lo satisfecho que esta mi corazon al ver
que nuestro compromiso esta ya autorizado con el mutuo consentimiento de
nuestros Padres, y hubiera de hablarte de lo grato que ha sido al mio, el que
yo haya elegido una joven cuyo merito es superior a toda alabanza, digo que
entonces nunca acabaría; pero te dire al menos que la noche que fuimos a
felicitarte ibamos con el intento de estar muy poco tiempo, según lo exigia la
politica, y no parece sino que hasta mi Padre no se cansaba de contemplarte, y
así fue que abusamos de vuestras bondades deteniendonos mas tiempo del que
prescribia la primera vista.
Dolorcitas, conozco que hemos faltado; quizá os seriamos molestos; pero
atiende a que toda nuestra detencion era por tener el placer de verte, que
acaso esta consideración sea bastante para disimular nuestra falta. Si, esa
noche ha fixado mi corazon, en ella he jurado muchas veces no pertenecer a otra
sino a ti, y desde ahora (lo juro por la existencia que me anima) seras para mi
el unico objeto a que dedicaré todo mi cariño y mis afanes; conozco que no
tengo meritos para inspirarte el puro amor que tu me inspiras; pero ya que no
valgo lo que tu mereces ojala que a fuerza de quererte pueda yo hacerme digno
de tus gracias y favores.
Dolorcitas, ahora no quiero molestar mas tu atención escribiendo
demasiado.
ADios nunca me cansare de repetirte que de ti depende la dicha de tu
invariable.
Salvador de Yebra”.
Cartas enviadas entre Dolores
Alonso, de Terque, y Salvador Yebra, de Alhabia.